Desde siempre he tenido facilidad para conectar con los peques, y creo que eso se nota en mi trabajo como fotógrafo de niños.
Un modo eficaz de conseguirlo es dejar que jueguen e interactúen con el entorno, hacer que se sientan libres y que entiendan que la cámara no va a ser un estorbo para su divertimento. Me gusta hablar con ellos, preguntarles acerca de sus aficiones y de sus sueños, contarles los míos y, en definitiva, tratar de romper esa barrera que en un principio pueda haber entre ellos y yo como fotógrafo.
Dicho esto os presento a Anna, un encanto de niña que no paró ni un segundo en nuestra visita a una joya perdida junto a la albufera de Valencia llamado «Muntanyeta dels Sants«, y en nuestra visita a la Alquería Galim, en donde finalizamos la sesión con una serie de retratos de estilo más bucólico y clásico.
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